Una alternativa más que satisfactoria
El día que la Armada de los Estados Unidos reemplazó el alcohol con… ¿helado?

La idea de tener marinos en un potencial estado de ebriedad tripulando barcos de guerra no es muy buena que digamos (!), y así fue como la Armada de los Estados Unidos publicó su Orden General 99 en junio de 1914, prohibiendo el consumo de alcohol en naves e instalaciones oficiales. Sin embargo, las autoridades encontraron una buena opción para mantener la moral de esos hombres en servicio: El helado.
El 1 de junio de 1914, el Secretario de la Armada de los Estados Unidos, Josephus Daniels, publicó un cambio para el Artículo 827 de las Instrucciones Navales, lo que hoy se conoce como Orden General 99. Una humilde traducción indica: «El uso o la introducción de licores alcohólicos para propósitos de consumo en cualquier buque, astillero o estación queda estrictamente prohibido, y los oficiales al mando serán directamente responsables por el cumplimiento de esta orden.». El texto entró en vigencia un mes después.
La Prohibición había llegado a la Armada, y seis años más tarde sucedió lo mismo a nivel nacional con la 18va. Enmienda. Obviamente, el alcance de la Orden General 99 tenía límites de jurisdicción, pero prohibir el alcohol tuvo dos consecuencias: La primera fue el surgimiento del contrabando y las pandillas violentas (con Al Capone como ejemplo más mediático)... y la segunda fue una explosión en el consumo de helado.
Helado y (nada de) alcohol en la Segunda Guerra

La Prohibición terminó en 1933, pero la Armada no se deshizo de la Orden General 99. Por el contrario, abrió sus brazos al consumo de helado, tal y como lo había hecho el resto de la población. Los estadounidenses estaban tomando más de un millón de galones de helado por día, y cuando la Segunda Guerra llegó… no se detuvieron. Mientras que otros países habían bloqueado la producción de helado por ser «no esencial», Estados Unidos redobló la apuesta.
Una prueba de ello fue la BRL (Barge, Refrigerated, Large), mucho mejor conocida como «La barcaza de los helados». Esta nave de hormigón podía guardar 1.500 toneladas de carne y 500 toneladas de vegetales, pero tenía otro truco bajo la manga: Una máquina de helado capaz de crear 38 litros del preciado postre cada siete minutos. Si bien arrastraba algunas limitaciones técnicas (por ejemplo, debía ser remolcada), la barcaza de los helados fue vital para optimizar la moral de los marinos.

La relación entre el helado y los tripulantes en servicio llegó a ser tan estrecha, que muchos arriesgaron sus vidas durante el ataque al USS Lexington en 1942. Antes de abandonar el portaaviones (se ordenó su hundimiento para eliminar cualquier posibilidad de captura), los tripulantes visitaron el refrigerador y arrasaron con el helado. Algunas historias sugieren que usaron sus propios cascos como tazas gigantes, y siguieron disfrutando en el medio del Pacífico.
Fuente: The Old Salt Blog
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